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Aniko Villalba. "La viajera intergaláctica".

“Un día me di cuenta que lo que yo quería hacer no era tan loco. No eran viajes intergalácticos. Ahí si hubiese sido imposible...nunca nadie lo había hecho. Pero lo que yo quería era simplemente...viajar.”

Aniko. Tengo 27 años y también tuve el karma de las cuatro paredes. Lo que hago es dedicarme a viajar. Vivo de lo que escribo y de las fotos que saco. Suena raro pero es a lo que me dedico.



Un único destino: el viaje. Siempre soñe con viajar por el mundo. Se que es algo típico que todos soñamos y que nos parece inalcanzable. Yo lo soñaba un montón. Cuando empecé a ganar plata sentía y decía que toda mi plata la iba a destinar para viajar.



La pregunta. Yo no sabía que quería estudiar, entonces hice un curso de orientación vocacional. Me preguntaron qué haría si tuviera un montón de plata. Respondí que me iría de viaje por todo el mundo. De ahí derivaron que tenía que estudiar comunicación. No se que tendrá que ver. Pero a mí esa pregunta me quedó marcada. Además me encanta el cine, los libros y el arte, así que también planeaba armarme en mi casa una videoteca.

Ventanas. Mi primer pasantía fue en un diario. Estuve medio año escribiendo notas sobre negocios. Era lo que más se parecía a lo que quería hacer: me gustaba escribir. Pero me faltaba el contacto con lo que estaba escribiendo. Muchas veces ni siquiera tenía un cara a cara con el entrevistado.



Búsqueda virtual. Mientras estaba en la compu miraba todo el tiempo fotos de paisajes y pensaba que me quería ir. Sentía que estaba en una oficina y todo lo que hacia era buscar cosas en google.



Escuadrón anti-tour.  Yo tenía un antedecente viajero muy fuerte. Con mi familia íbamos a Brasil, al Caribe, a Uruguay. Una vez tuve que escribir sobre los viajes de mi infancia y me di cuenta que viajábamos de forma independiente. Alquilábamos un auto y nos ibamos por nuestra cuenta. Sin tours y siempre nos hacíamos amigos de la gente de ahí y nos íbamos con ellos.



Viajar antes de viajar. En 2007, antes de empezar cuarto año de la carrera, me fui a Bolivia con amigos. Yo había escuchado hablar del Salar de Uyuni. Nos quedaba de paso pero nadie quería ir. Dije me voy sola. Me trataron de loca. Me fui igual. Tomé un bondi de la muerte al Salar, la ruta era horrible. Visité el Salar, conocí un montón de gente. Fue un viaje breve, pero trascendental. De hecho esa fue la última vez que saqué un pasaje ida y vuelta. Desde ahí siempre fueron idas.



 

La manta. Compré el pasaje para volver a Argentina en el tren nocturno. Era un viaje largo y los asientos eran de esos que no se reclinan. En el altiplano hace mucho frío de noche. Me desperté y estaba tapada por una frazada. Frente mío había una mujer con un bebé en brazos y una nena. “Te tapé porque te vi temblando de frío”. La manta era la misma que tapaba a su bebé. Era madre, tendría mi edad. Salvo que su vida era completamente distinta a la mía. Le saqué fotos a sus hijos para agradecerle. Después me dijo que esa había sido la primera foto de su bebé. Siempre pienso en la nena y en su mamá. Las pongo como ejemplo porque me motivaron mucho a querer viajar de verdad, a querer recorrer realmente el mundo. Fueron unos minutos no más pero el gesto de esta mujer me re marcó.



Viajar es. Ese gesto me pareció tan lindo, tan desinteresado, tan humano. Quería empezar a encontrar eso en todo el mundo. Fue una de las primeras veces que sentí un contacto tan desinteresado de alguien de una cultura completamente ajena a la mía. Cuando uno viaja haciendo tours piensa que es imposible esa forma de vivir un viaje. En un tour todo tiene que ver con la plata: el hotel, el guía, el restorante turistico. No tenés ni tiempo de hablar con la gente del lugar. Mi búsqueda pasaba por otro lado.



Las venas abiertas de América Latina. Me quedé muy cebada. Volví y sabía que me queria ir. Recorrer América Latina como mochilera iba a ser mi próximo paso.



La idea fija. En mi último año de facultad la idea de querer viajar se fue agrandando en mi cabeza. Mi objetivo no era viajar por viajar, sino trabajar, escribiendo y sacando fotos. Rendí todos los finales que me quedaban en Diciembre. Sentía que la facultad era lo último obligatorio en mi vida.



La gran oficinista. Cuando contaba mis planes a los profesores de la universidad, me miraban con cara de “estás loca”. Era una de las mejores alumnas. Todos ponian muchas expectativas en que iba a ser una gran oficinista. Pero a mi nunca me gustó trabajar para otros. Quería ser freelance. Mi vieja era pintora pero para mi era un caso aislado. Lo veía como algo re difícil. Siempre te dicen “como freelance te va re mal”.



 

 

 

Preliminares. Antes de irme investigué mucho en internet. No encontré blogs de viajes pero si foros de viajeros que me dieron mucha información. Imprimí mapas de los países, tracé rutas detrás. Fue la única vez que me preparé tanto. Saqué un pasaje de ida a La Quiaca. Partimos el 27 de enero de 2007. Fue rarísimo. No sabía la fecha de regreso, ni siquiera sabía si iba a volver!



Prepárese para el despegue. Mi papá era periodista, y conocía mucha gente del medio. Días antes de viajar me reuní con un periodista amigo de mi viejo y le conté mi sueño de irme como cronista de viajes. Él trabajaba en un diario muy importante y justamente estaban empezando a publicar blogs. Le pareció muy interesante la idea y me pidió que escribiera para ellos. Salí de la redacción y me fui a sentar en un banco. No lo podía creer, iba a escribir en un blog para uno de los diarios más importantes del país. También me dio un poco de miedo. ¿Tendría suficientes ideas? ¿Podría afrontar tremendo desafío?



Ecos de blog. El blog se llamó Diario de una mochilera. Odié el nombre. Además traía muchos malos entendidos. La gente me dejaba comentarios diciendo que yo no era mochilera, porque para los lectores significaba viajar sin un peso y yo tenía mis ahorros. Una mochila no te da ojos nuevos, los ojos los tenés por más que lleves mochila, valija, bolso. Tu manera de ver va a seguir siendo tu manera de ver. 



 



 

 

 



 

Preconceptos. Tuve que derribarlos todos. Estás loca. Sos mujer. Sos vaga. Sos chica. Esta mina quiere ser una mantenida. Estás desperdiciando tu vida. No vas a encontrar trabajo cuando vuelvas. Por suerte mis viejos lo aceptaron y una vez que empecé, nunca más saqué pasaje de vuelta después.-



 





 

 



 

 

 

​Latam. Hice Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia. Crucé en barco a Panamá. Costa rica. En Nicaragua me encontré con una amiga. Cruzamos de Nicaragua a Honduras. La frontera estaba muy vacía. No había extranjeros. La poca gente que había o te querían convencer de que eran policías o de que quién te hablaba te estaba mintiendo o que nos querían robar. Eran muchas voces opuestas. Cruzamos ese gran descampado en bici-taxi. La gente que nos iba cruzando en el camino nos decía  “si a ustedes las matan nosotros no las vamos a enterrar”. Fue un momento de mucha tensión.



The end. Llega un momento que el viaje te dice ya está, volvé. Había sido mi primer viaje largo, mamá ya estaba un poco desesperada, justo me daban el título en la facultad. Un montón de cosas me llamaban desde Buenos Aires, así que volví.



Vida de blog. Escribí el blog durante los nueve meses que duró el viaje. Me permitió sustentarme pero no pude ahorrar. En ese momento no tenía la mentalidad de que podia trabajar a distancia, tampoco tenia tantos contactos. Después le saqué mucho jugo porque empecé a publicar notas de mis viajes en diferentes medios. 



Asia. El blog de ahora se llama Viajando por ahí y lo abri para ir a Asia. Me pasó algo muy loco en Indonesia. Estaba viajando en un tren nocturno de Yakarta a Yog Yakarta. Me quedé re dormida. Tipo cuatro de la mañana me desperté sobresaltada. Me di cuenta que algo me faltaba. Me habían robado mi cámara de fotos y la computadora,o sea mi vida.



El tren infernal. Empecé a gritar, estaba desesperada. Se despertó todo el tren. Una pareja me ayudó, les expliqué todo en inglés a ellos y al guardia. Cuando llegué a la estación final la policía estaba al tanto de lo que me había pasado y al parecer habían encontrado un sospechoso. No me olvido más, me llevaron a una sala. Un policía gordo estaba comiendo rosquillas, parecía una caricatura. Con toda la parsimonia del mundo. Los indonesios son muy cholulos y aman a los extranjeros, más todavía si son medio rubios o rubias. A ellos les interesaba más mi viaje por su país que lo que me estaba pasando!


​La cámara, la foto y el chorro. Finalmente, después de muchas charlas, me hicieron pasar a otra oficina. La cámara y la computadora estaban sobre un escritorio y yo no lo podía ni tocar porque era la evidencia del crimen. Me decían que no me podían devolver mis cosas hasta que no terminase el juicio, que duraba...¡tres meses! Me largué a llorar a mares, explicando que esa era mi vida, mi trabajo. Se asustaron y empezaron a darme comida y un té para que me calmara. Me terminaron sacando una foto con mis cosas y con el chorro. Recién ahí me pude ir, con todo recuperado.

Click para leer el blog de Aniko 

Fotos gentileza de Aniko Villalba

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