top of page

Federico Islas. "Toboganes al Marte interior".

“Yo escucho a Bob Dylan y siento que lo entiendo, y en realidad no. Ya se que es copado lo que está diciendo, siento que me está diciendo algo lindo, algo interesante. Me llega mucho su música."

Los Toboganes a Marte están integrados por Federico Islas en voz y guitarra, Diego Techeyro en bajo y coros, José Espíndola en bateria y Nacho Bouquet en guitarra y coros.

Decime. Nunca tuve onda con los horarios. En Buenos Aires conocí a una artista y el mundo de la serigrafia. Tuve esa suerte. Laburé para ella como cinco años y aprendí ese oficio. Empecé a encontrar laburos donde podía ser yo. Detestaba dejar de ser yo.  

Mañana vemos. La música arranca re lejos. Era completamente fanático de Los Ramones. En tercer año del secundario surgieron los primeros deseos de saber como es, cómo se toca. Como todo pendejo encaré a tocar. Fui a aprender batería a la escuela de música pero me costaba ser constante. Tres meses y ya está, ya lo sé. Le rompí las pelotas a mi viejo para que me regale un pedazo, un bombo, después te conseguís un pedal de uno. Cuando quise acordar había formado una banda. De ahi no paró más. Me hubiese gustado estudiar música después de la escuela, pero sentía que tenía que hacerla por otro lado. 



La brigada anti-rock. Armé una banda de punk. Haciámos covers de 2', de Los Ramones, de bandas del momento. Era un desastre total. No se usaba ni el afinador. Tocábamos por acá y en festivales punks. No había sonido, con tus cositas ibas, te daban un enchufe y tocabas. Re casero todo. No importaba tanto la música, era más una expresión de pendejos. Me encantaba el rock, el quilombo, la verdad la pasé re bien. Después empecé a tocar la bata en La Bombó. Era una banda de ska, más armada, buenos músicos. Algunos se fueron a estudiar a Buenos Aires y me fui con ellos.



Mejor hacer. No lo pensé mucho, se me ha dado naturalmente. Sentía que tenía que ir a tocar a Buenos Aires. Sigo pensando que es así. Y me mandé. No tenía miedo. Los primeros momentos fueron rarísimos. Paraba en los departamentos de mis amigos y le buscaba la vuelta. Laburaba de cualquier cosa. Sos jóven, todavía no sabés ni comer, te despelotás con todo. Tocamos cuatro años.  Para mi fue una experiencia muy buena. Lo que soy ahora es por eso también.



Palabras de más. En paralelo a la banda, empecé a hacer mis propios temas. Estaba brotado. Tenía ideas, escribía todo el tiempo. Iba a trabajar, volvía y tocaba. Iba en el colectivo y escribía lo que se me iba ocurriendo. Después me fui templando, fui aprendiendo. Es un trabajo. Para escribir me siento con el cuaderno en frente, a veces estoy pelotudeando y se me ocurre algo y empiezo desde ahí o anoto una frasecita y después lo encaro. Hay que escuchar mucha música. La música en inglés es una influencia fuerte para mí. Me fijo en la estructura de las canciones, como son, el estribillo, la estrofa, una parte que es distinta, el final. De argentina hay solo dos bandas que respeto: Babasónicos y Las Pelotas. De ellos me gustan las letras, me parece que son geniales, super bien armadas, pensadas y trabajadas.



Inflamable. Uno de mis temas entró en la banda y medio que se hizo un hit. Había como un celo raro de que yo no podía meter mis cancioncitas. Ya no coincidíamos en los pensamientos. A los chicos los mantenían los padres y estaba todo bien pero yo estaba medio cansado de hacer trabajos de mierda. Asi que medio que se disolvió la cosa.



Canciones e ideas. Volví a Tandil, daba clases de batería. En esos primeros años haciendo música fui cambiando de estilos y eso me abrió mucho el panorama. A mi vuelta formé Superexelent. Una banda más nerviosa, por la edad misma, pero las canciones y las ideas me siguen pareciendo buenísimas. Siempre con el bolsito lleno de ilusiones, nos fuimos a Buenos Aires. Una segunda vuelta. Kamikaze total. Cromagnon todavía no había pasado asi que tocábamos muchísimo. La banda era una bomba, estabamos al palo. Itu tenía esa cosa nata del cantante, cantaba como los dioses. Todos tocábamos re bien, crecimos muchísimo. Duró 10 años. Es más, por primera vez grabamos, seis canciones.

Misterios. Hay cosas que le pasan a la banda en la sala de ensayo que no se lo podes contar a otro porque no te cree o no te entiende. Nos pasa en vivo que termina el tema y decis ¿que pasó?. Nos une ese flash. Cuando nos pasa a todos a la vez tiemblan las paredes, hay una energía zarpada. Se te pone la piel de gallina. Esos son los mejores shows de todos.



Más dinero. Participamos de festivales. Hay que estar, es una experiencia en el mundo del negocio de la música. Te da foto, marketing pero no hay ningún método ni ningún secreto. Vos te ilusionás con que una fecha te va a llevar a apuntar a la gloria pero son todas más o menos iguales. Es un camino muy remado y muy lento que dura toda la vida. No es que un día va a pasar algo, van pasando cosas. Mi camino es este. Ya está hecho el surco. No me veo de otra forma que no sea relacionado con la música.



La vida bis. Tengo una teoría medio extraña, para mí lo feo de la vida viene de cosas no realizadas. Igual pienso que eso se está extinguiendo. A nuestros viejos ni se les ocurria encarar por otro lado. Yo tengo 34 años, no tengo un auto ni tres chicos corriendo. Vivo la vida con cierta juventud por estar en contacto con la música. Quizás antes eso parecía raro o looser pero no creo que haya una, sino mil formas de vivir. Creer que hay solo una única forma de vivir es un error.



 





La modernidad. Grabar dejó de ser algo tan lejano con los programas y las computadoras. Grabando consolidás lo que vas creando, cosas que se te ocurren. Está buenísimo, es lo que más me gusta. 



Acero. Con Superexelent todo terminó. No nos estábamos llevando bien con Itu. Un día se fue y yo sabía que la atracción de la banda era él y que no iba a poder seguir con Superexelent por esa razón.

La vida. Con Diego somos hermanos prácticamente, con José tocábamos juntos en Superexelent y la rompía. Nacho apareció después. No hubo algo forzado, más bien una idea de seguir para adelante. Los convencí para que confíen en mi y que sigamos un tiempo a ver que pasaba. Éramos amigos de la música. Veníamos tocando. Todos estábamos en el flash con la música.

El viaje. Al principio nos llamábamos Los Indecisos, el nombre nos quedaba perfecto, estábamos perdidos. Fuimos a registrarlo porque estaba la idea de grabar un disco y editarlo como se pudiese. Pero ya existía. Debía ser una señal. En un viaje nació la idea de llamarnos “Los Toboganes a Marte”. Es ilógico porque los toboganes van para abajo y Marte está allá arriba. Es como algo interior, nuestro marte interior, una cosa así. En ese momento tenía sentido.



Tan brillante. Por primera vez me puse a cantar. Al principio no se me escuchaba, no se me entendía, me quedaba sin aire. Yo me daba cuenta que no estaba bueno. Por suerte siempre toqué mucho. De a poco empecé a encontrar mi voz, mi forma de cantar. Me costó muchísimo. Hasta que sentí “me plantó aca y canto porque es lo mío” y me di cuenta que cantaba bien, que a mi me gustaba. Grabar me ayudó mucho porque te escuchas y vas aprendiendo. Además estoy atento a todos los datos que surgen y las sugerencias que me van haciendo. También ayudó bastante “El Indiscutible” un proyecto donde toco solo con la guitarra. Ahí tiene que sonar, tiene que estar bueno. Es una experiencia alucinante, estás desnudo.



Ve. Una vez que registramos el nombre “Los Toboganes a Marte” conseguimos unas fechas del gobierno y después empezamos a grabar. Un amigo, que es como el productor de la banda, nos bancó con la guita. Registramos el disco y los temas. La tapa del primer disco fue un tríptico. Unos amigos hacían una obra, aprovechamos un día que había función, y así como estaban vestidos y con la escenografía, hicimos esa foto, había un montón de gente. Mandamos todo a la fábrica y a la imprenta. A los veinte días lo fuimos a buscar. Nos dieron unas cajas llenas de nuestros discos. Fue increíble. ¡Una felicidad!

 

bottom of page